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La intrahistoria del fallo y el paradón de Unai: abrazo con Luis Enrique y ovación de sus compañeros

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“Un fallo en un portero no es lo mismo que en un delantero, estás más expuesto y se ve más. Esto es algo que ya he aprendido. Hay que minimizar los riesgos... Está claro que cometeré más errores y espero que sea para aprender". Así hablaba Unai Simón con diario MARCA antes del partido ante Croacia.


En Copenhague llegó uno de esos errores que marcan a un portero, que le pueden hundir. Pero el meta del Athletic demostró en el Parken algo de lo que habló con MARCA. "La gente que me conoce sabe que soy un chaval bromista, que le gusta estar de gracia y que le gusta también que le bromeen. Pero dentro del campo intento no mostrar mucho mis sentimientos, tanto si hago una gran parada como si cometo el peor de los fallos. El partido sigue y no te puedes quedar con un momento". Esas frases encierran mucho de lo que Unai ha vivido desde la tarde del lunes.

El error del portero no es uno más, porque el castigo es sin perdón. Los que conocen a Unai saben que desde que era un niño analiza todo lo que le pasa sobre un terreno de juego, más si son errores. Lo sabe bien Gonztzal Suances, su entrenador en las inferiores de Lezama. "Yo a Unai lo conozco mucho, desde el cadete. Es una acción más, que te cuesta un gol en una Eurocopa. Su índice de aciertos es muy alto", contaba en A diario de Radio MARCA. "Unai me traía todos los lunes el pendrive del partido. Su padre grababa todos los partidos. No solo para analizarle a él, a todo el equipo. Tiene una cultura del análisis del juego desde muy pequeño. Es analítico, reflexivo y muy profesional. Vive por y para el fútbol. Es una persona muy segura de sí misma. Siempre le ha gustado mucho analizar todo lo que pasa en el campo, lo suyo y el colectivo", explica Gontzal.


Esa confianza en sí mismo de Unai la tiene el equipo en él. Lo vivido en el Parken es la muestra de esa familia de la que habla Luis Enrique. Más allá de lo que se vio con De Gea o Koke, Unai fue recibido en la caseta por Luis Enrique y un abrazo del seleccionador y después el vestuario tributó una ovación a su portero. Por el erro y cómo se levantó. Y por una parada en la prórroga que fue el prólogo a la gesta final.